24 de gen. 2011

Adolescencia

Hoy renuncio a todo, renuncio a lo único que tengo, nadie me lo va a devolver.

Quizás las explosiones cesarán. Los llantos enmudecerán y los chillidos del alma serán silencio. Mi cuerpecillo rígido y retorcido se relajará, y lo que había sido el sollozo y el aullido de una niña desatinada volverá a convertirse en un llanto ordinario de temor.


Rosa Ojeda. Escrito en octubre de 1996

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