Me encantan los colores difuminados,
la luz de la tarde, el olor a melocotón.
Escojo la felicidad sentada en mi cuarto,
retengo una sensación antes de añorarme.
Dibujo mi futuro en la pared,
escribo con los ojos cerrados
casi despierta, a punto de recordar
por qué sigo aquí.
Abro la puerta, entra el aire,
huele a algodón y felpa.
Mi pecho se hunde ardiendo,
en la infancia que hiere, rota.
Me quedo callada, quieta,
escojo una vida,
la vida después del maltrato.
Rosa Ojeda. 22.11.2010
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